El Patrón
El Patrón era así, algo descuidado al momento de meterse la camisa dentro del pantalón, dejándola desparramada por un lado y otro. Tenía una serie de tics, cogía y tiraba de un mechón izquierdo del cabello cuando pensaba en algo por más de treinta segundos, cuando por algún motivo algo daba vueltas por la testa. Hiperactivo, caminando por todo el rancho, yendo de un establo a otro, tenía la necesidad de saberlo todo, quería verlo todo, ese eran su afán, quería saber todo lo que él dirigía, a veces quería saber más allá de los que le correspondía, saber de las personas que trabajaban para él, si algunas de ellas tenía un enredo amoroso, si el capataz se revolcaba con la mucama, si la mucama sacaba los pies del plato, si la lechera tetona era de cascos ligeros y si podría entrarle ahí, quería saberlo no para botarlos sino con el fin de aplacar el morbo que a veces le carcomía el cerebro y lo ponía nervioso. En su biblioteca tenía tantos libros del comunismo que fácilmente llenaban