en.... pa' nada...
A veces suelo creerme un tanto coqueto y seductor y cual hombre bala me lanzo a alguna chica, hablándole y tratando de tener una amena conversación. A veces este hombre bala suele ser invadido por el torpe hombrecillo que estaba en el colegio, que no podía hilvanar frases completas hacia una chica, que no sabia decir un te quiero y que sin mucho esfuerzo soltaba frases tontas.
Cuando me encontraba en su establecimiento, Diana, la administradora del lugar, me preguntaba que deseaba servirme, debo confesar que siempre he querido conversar más con ella y no limitarme a palabras como, que deseas servirte, muchas gracias, regresa pronto.
Ese día me preguntó lo mismo de todos los días que deseas servirte, saliendo del formato clásico le respondí, cual de todas esas ricas empanadas me recomiendas, me sugirió la de pollo con champiñones, yo mirándola fijamente le dije, bueno si tú me la recomiendas me la compro, ella sonrió y ordenó mi atención. Recuerdo que la conversación seguía fluida, yo preguntaba y le decía que vendría más seguido, hasta que se me ocurre pedir un dulce sabroso para llevar a casa y endulzarle la noche a mi madre.
Ahora fue ella que me atendió personalmente, una sabrosa milhojas de fresas era sacada del mostrador y envuelta para llevar, seguía cada movimiento de Diana mientras pensaba como diablos iba a agarrar la milhoja puesto que tenía mis manos ocupadas, una con la empanada, otra con un afiche promocional y cual malabarista sacaba dinero de mi billetera.
Cuando todo iba bien y provocaba mas de una sonrisa en Diana, ella me da el dulcecito y en mi afán de agarrarlo no me doy cuenta que mi empanada caída pedazo a pedazo por todo el mostrador, MALDITA SEA, mi cara de estupor y mi acto reflejo de agarrar el pollo que ya venia precipitándose fueron instantáneos, a pesar de mi esfuerzo gatuno sólo logré hacer más espectacular la caída del pollo ah claro y también los champiñones. Sentí una gota de sudor frió recorrer verticalmente por mis patillas, mi rostro lo sentí enrojecido mientras dibujaba una sonrisa de nerviosismo, varios opciones vinieron como flashes en mi cabeza, irme corriendo dejando la empanada regada por todos lados y sin pagar la milhojas ya envueltas, quitarle el trapo y ser yo quien limpie, envolverme la cara con el afiche promocional, etc. etc.… no hice ninguna de las anteriores sólo me quedé parado viendo como mi relleno de pollo con champiñones era cuestión de burla por parte de ella y la empleada que se había ganado con todo el pase, sin perder de vista el cliente que entraba en ese justo instante. Ella esbozo una sonrisa, mientras que la empleada ya estaba apunto de soltar la carcajada, sin más que decir sólo opté por mofarme de mi ridículo, diciéndole que el pollo de la empanada esta vivo y otras estupideces mas que no recuerdo.
Cuando acabaron de limpiar mi desastre, después de bromearme de la situación, me despedí de Diana. Caminando por las calles de la Molina recordé en cámara lenta la caída de la empanada rociando todo el pollo por el mostrador y como esta infeliz empanada puso fin a una conversación coquetona con una muy embarazosa situación.
Cuando me encontraba en su establecimiento, Diana, la administradora del lugar, me preguntaba que deseaba servirme, debo confesar que siempre he querido conversar más con ella y no limitarme a palabras como, que deseas servirte, muchas gracias, regresa pronto.
Ese día me preguntó lo mismo de todos los días que deseas servirte, saliendo del formato clásico le respondí, cual de todas esas ricas empanadas me recomiendas, me sugirió la de pollo con champiñones, yo mirándola fijamente le dije, bueno si tú me la recomiendas me la compro, ella sonrió y ordenó mi atención. Recuerdo que la conversación seguía fluida, yo preguntaba y le decía que vendría más seguido, hasta que se me ocurre pedir un dulce sabroso para llevar a casa y endulzarle la noche a mi madre.
Ahora fue ella que me atendió personalmente, una sabrosa milhojas de fresas era sacada del mostrador y envuelta para llevar, seguía cada movimiento de Diana mientras pensaba como diablos iba a agarrar la milhoja puesto que tenía mis manos ocupadas, una con la empanada, otra con un afiche promocional y cual malabarista sacaba dinero de mi billetera.
Cuando todo iba bien y provocaba mas de una sonrisa en Diana, ella me da el dulcecito y en mi afán de agarrarlo no me doy cuenta que mi empanada caída pedazo a pedazo por todo el mostrador, MALDITA SEA, mi cara de estupor y mi acto reflejo de agarrar el pollo que ya venia precipitándose fueron instantáneos, a pesar de mi esfuerzo gatuno sólo logré hacer más espectacular la caída del pollo ah claro y también los champiñones. Sentí una gota de sudor frió recorrer verticalmente por mis patillas, mi rostro lo sentí enrojecido mientras dibujaba una sonrisa de nerviosismo, varios opciones vinieron como flashes en mi cabeza, irme corriendo dejando la empanada regada por todos lados y sin pagar la milhojas ya envueltas, quitarle el trapo y ser yo quien limpie, envolverme la cara con el afiche promocional, etc. etc.… no hice ninguna de las anteriores sólo me quedé parado viendo como mi relleno de pollo con champiñones era cuestión de burla por parte de ella y la empleada que se había ganado con todo el pase, sin perder de vista el cliente que entraba en ese justo instante. Ella esbozo una sonrisa, mientras que la empleada ya estaba apunto de soltar la carcajada, sin más que decir sólo opté por mofarme de mi ridículo, diciéndole que el pollo de la empanada esta vivo y otras estupideces mas que no recuerdo.
Cuando acabaron de limpiar mi desastre, después de bromearme de la situación, me despedí de Diana. Caminando por las calles de la Molina recordé en cámara lenta la caída de la empanada rociando todo el pollo por el mostrador y como esta infeliz empanada puso fin a una conversación coquetona con una muy embarazosa situación.
Gráfica: Jorge Luis Aviles Salas. El sapito que estos dias saltó tan alto y tardó su regreso que hizo un tanto demorón este post, pero valió la pena.
Comentarios
besos!
muy bueno el dibujo!
En cuanto a lo que te pasó, uf!, si te contará! jajaja, todo pasa, sólo nunca te lances desde un tobogán enooooorme sin saber nadar y frente a la persona que te guste, jajaja, es de lo piorrrrsss, jajaja, ya oh, plop!.
Abrazos luminosos!
Jani.
Saludos
pero mirandolo por el lado amable... la proxima vez que regreses ella te podra recordar por "el roche de la empanada" y hasta podria ser una buena forma de inicar conversa, y claro... hacerle ver que no es tu costumbre botar comida, cuando tengas bien agarrada la empanada caliente que le vayas a comprar en el futuro...pero eso si... solo una!
Un abrazo compare
a veces nos pasa no? sobretodo cuando estamos ante alguien que nos jala la mirada.
a mi tb me paso que...
ya lo contaré en el blog :)
siempre te han pasado cosas de ese tipo, nop???
C.
Slaudos.