Una diosa muy terrenal

Sentado en la tercera banca de mi salón en mis primeros días en la universidad, mirada e idealizaba a C, fantaseaba llevarla de la mano y abrazarla por los pasillos de la facultad, era tipo el amor platónico a la profesora, una pasión incontrolable con la que sueñas a diario. Tuve la suerte que A, mi amiga de la PRE, llegó a ser su confidente y por consiguiente logré cruzar palabras con la ideal C. Ella sentada delante mio solía preguntarme algunas cosas sobre cursos o intercambiábamos palabras raudas y escasas sin sentido. Quizás crean que era parte de mi sueño, pero al ver sus ojos noté algo que nunca antes y ni ahora vi, tenía ojos de distinto color. Sin llegar a una notoriedad burda, sus ojos tenían esta exquisita diferencia, diferencia que me alucinaba cuando le hablaba. Colores preciosos que hacían de ella la diosa que esta un peldaño más arriba que todas las demás diosas. Mientras transcurrían los días, ese pequeño quasi grupo que formamos en las primeras bancas del salón fue de...