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Mostrando entradas de 2011

Antípodas. Parte 2

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La rutina de ambos sigue sin dar tregua, lunes, martes… viernes. En el trabajo las cosas anda sin sobresaltos, aunque anda tranquilo y puede derrochar el dinero que tiene y lo que no pudo en el pasado aún siente que ya hace las cosas por inercia, no se siente completo en el trabajo, siente que las cosas pueden virar, pueden dar un cambio, pero se cobija en el placentero amor por el dinero que a fin de mes le puede caer. A veces piensa que la vida tiene un tiempo límite y es mejor arriesgar que vivir instalado cómodamente en un asiento que ya detesta y en un ambiente que ya se torna un tanto tortuoso. Es viernes y después de un relajado día, decide ir a tomar a las calles de Miraflores, intenta llamar a unos amigos pero las llamadas no les resultan efectivas y decide embarcarse solo a tomar unos tragos con la idea de poder encontrar a alguien conocido. Nada como acabar la semana con una orquesta de cervezas y un mar de copas. (…) Fue un día de puras reuniones y coordinaciones. A veces s

Antípodas. Parte 1

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Te puedes volver una serie de nunca acabar, una serie amorosa que no tiene una última temporada. Muchas personas nunca terminan de poner fin a un ciclo, a una vida y viven reprochándose la suerte de un final maldito. Por el otro lado, a pesar que ella terminó la relación se empeña tercamente en hacer como si nada hubiera pasado, como si fueran amigos, buenos amigos, como que hubiera la necesidad de una llamada o de un mensaje de texto, de tenerse presente de alguna forma real o imaginaria de esas que tenían cuando estaban juntos, cuando se decían invencibles, cuando pensaban que su andar se catapultaba hacia el altar - cuando veas el cielo teñirse de ese color al atardecer, acuérdate que estoy pensando en ti - . Él no quiere que llegue el verano para que ya no haya tardes teñidas con ese color, ya no quiere recordarla, ya no quiere pensar que ella lo recuerda, que ella también quiere saber de él, porque hace que sus ser tiemble, porque después de mucho negarlo aun tiembla, siente cosq

El achilipú.

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Me declaro culpable, culpable por ser participante, en mi época escolar, de lo que ahora llaman bullying y lo que nosotros en el colegio llamábamos nuestro chongo. Culpable por callar sobre el hostigamiento que a diario lo sometíamos a mi buen amigo, culpable por participar en los apanados descomunales que entre todos propinábamos a Jaime, culpable de ocultarle sus pertenencias y nunca decirle donde estaban, culpable de haberle soltado miles y miles de improperios a los largo de la secundaria y quizás también la primaria, culpable de que sin piedad mi puño cayera en su espalda mientras él se cubría para mitigar en algo los golpes que venían por todos lados. Aún no entiendo la gracia de joderme todo el día, está también Tachi que podría ser el lorna, que puede sustituirme, pero que ganas de joderme, de golpearme. Para la próxima voy a agarrar a uno y lo voy a tumbar. Ya falta poco, ya acaba el año. Jaime fue punto de todas nuestras bromas más crueles, fue el punto de toda nuestra

Misiva encontrada. Atte Culto.

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Esta carta estuvo en mi bandeja por varios meses, fue la despedida de mi gran amigo Javier (El Culto) cuando salió del trabajo (el colegio) en el que ambos estabamos. Yo me quedé unos meses más que él y tambien partí. Muchas cosas pasamos en ese colegio, alegrias, abusos, juergas y demás, mi amigo lo detalló muy bien en la esta carta de despedida. Lima 10 de febrero 2011. Digamos que ha pasado el tiempo, y que se ha quedado rodando como pelusas arrojadas por la brisa refrescante de este verano traidor, aquellos momentos en que atosigados por la rutina nos escapábamos un viernes cualquiera a tomar unas latas de cerveza después del almuerzo, había mucho pan por rebanar, o mucha historia que contar, la vida es es así, nos sorprende a cada rato, en momentos menos pensados, me aguantaste cuitas de lolitas y mucho más. En todo caso estuviste allí para los prolegómenos de todo, estuviste estirando conmigo la verdadera razón en que de repente se forjan las amistades. Yo lo asumí así, amigos, c

¿Quién aguanta más?

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Saliendo de mi trabajo, escucho en la radio una emisora que es recurrente en mi travesía hacia mi hogar, hacen comentarios sobre ¿Quién soporta más el dolor? ¿Los hombres o las mujeres? Mis ideas son bastante similares a las que los radioescuchas expresan, las mujeres son mucho más fuertes que nosotros, son mucho más machas al momento de soportar el dolor, desde el hecho que son ellas las que traen vida a este mundo con un dolor que nosotros no sentiremos jamás y que creo no soportaríamos. Solo me imagino que nosotros, los hombres, estemos abriendo las piernas velludas exponiendo nuestra intimidad y esperando a un pequeño angelito, se me hace complicado, no creo que seamos capaces de soportar eso ni en mil vidas. Algo que también coincidí con los señores que hablaban por la radio es que lo que no soporto y que trato de evitar son las jeringas. Mientras que muchas de las mujeres toman este hincón como algo que se les puede presentar en algún momento y lo pasan de una forma más fresca, n

La tía papa y el tío. Los hijos de breña 2.

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La tía papa. Era una señora que se acercaba a los cincuenta años, tenía una masa corporal amplia, extensa y muy fofa, unos cachetes descomunales y rollos de grasa que se desprendían de su abdomen, la señora era toda una publicidad ambulante de la dejadez humana por la grasa, el buen diente y el colesterol. Religiosamente posaba su humanidad en la puerta de mi colegio a las dos en punto, la hora de salida, esperaba por nosotros, ingenuos muchachos hambrientos del trajín diario de un día. Ahí estaba ella, apoyada en un poste y con una mesita ambulante que armaba y desarmaba cuando peregrinaba de colegio en colegio, una bandeja llena de pequeñas masas de papas arrebozadas que ella hacía llamar “papa rellena”, obviamente no tenía ni un misérrimo relleno, sólo era papa con un sabor enigmáticamente agradable que acompañábamos con mayonesa y ají aguachentos que tenían la particularidad de ser un buen acompañante. El precio de la “papita rellena” como la llamábamos, era de diez céntimos, con

La base tres.

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Cuando niño siempre le dije a mi madre que para mi cumpleaños quería que repartiera helados, ella me miraba sonreía y yo no entendía el porqué. Con los años me di cuenta que era un imposible, que a casi nadie se le ocurre darle un helado a un niño en esta época de julio, donde la oleada de frio se hace más inclemente y Lima se cubre de un gris más intenso. Hoy mi cumpleaños amanece con un frio inclemente una lluvia parca y tenue que con el pasar de los minutos se fue poniendo más intensa y alegrona, porque creo yo que la lluvia esconde su encanto pero esas lluvias de sierra vigorosas y corpulentas que muy de vez en cuando tenemos en nuestra gris Lima. Así amaneció mi cumple con un frio inclemente, con un hermoso invierno, porque no solo el verano es perfecto, el invierno de julio también te envuelve en un embrujo extraño. Los saludos de mis padres y mis hermanos fueron los primeros, les siguieron los saludos de mi novia y mi gran amigo Javier, amigo de mi nuevo trabajo, saludos por el

Los hijos de Breña- 1

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Me imagino que muchos distritos modernos carecen de personajes de barrio, de esquina, personajes enigmáticos, estrafalarios, que comparten contigo el caminar por las mimas calles y que de un momento a otros desaparecen. Mi barrio, aunque tenga la etiqueta de peligroso aprendí a quererlo, aquí crecí y por sus calles han pasado personajes que siempre seguirán en la retina de quienes vivimos cada minuto en las calles del viejo Breña. El Vaquero. Siempre lo veíamos con un andar lento y pausado, con un mondadientes en la boca, con sus piernas de alicate, botas bastante antiguas, jean negro gastado, un camisa desbotonada en la parte del pecho y un sombrero negro antiguo. Nunca supimos a ciencia cierta qué era lo que hacía, si tenía algún oficio, si tenía familiares, o cual era su apellido, lo cierto era que tenía una pinta de haber sido sacado de los cuentos de vaqueros, de esos pequeños libros de vaqueros de ESTEFANIA que mi viejo lee desde que tengo uso de razón. Siempre creímos que por a

Ana Paula.

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Aún siento que fueras la niña que tuve en mis brazos hace ya varios años, estoy recostado en el sofá esperando por ti, dejando una luz prendida para que sepas que te espero. Ahora siento la angustia que decía sentir mi madre cuando siempre nos esperaba, cuando siempre dejaba notar la luz intermitente del televisor reflejarse por la ventana de la sala. Sé que no llegaras a esta hora, porque el permiso que te di, o el que me obligaste a darte con esos besos tiernos, dura un poco más, son las dos y veinticuatro de la mañana y ya quiero que sea la hora de tu regreso. Tu madre esta acostada en el sofá, no terminó de ver la película que nos propusimos ver, pero la despertaré a tu llegada, así me lo encargo antes que entre en su expectante sueño. Nunca te lo dije, pero siempre quise que tú fueras un hombrecito, un varoncito que prolongue el apellido Domínguez a través del tiempo, un machito para enseñarle a patear una pelota e ir a sus campeonatos de fútbol y gritar en el estadio, pero cuand

Mis amigos universitarios (2)

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Todo ese verano fue así, la pasamos juntos, y creo que todo acabo como empezó, sin protocolos, sin discursos, sin pretextos y sin avisar. Disfrute cada instante con Jenara, conocí de ella más cosas que la etiqueta de amistad no me lo permitía, descubrí que en el tiempo de la universidad si me gustaba solo que mi amor tenía exclusividad y me segaba a mirarla con ojos mas libidinosos. Recuerdo que los primeros besos fueron temerosos, porque ambos nos preocupábamos por el qué dirán, qué dirá Francisco, qué dirá Paola. Conforme pasaba el tiempo eso se fue perdiendo, y nos resbalaba si alguien pudiera enterarse, las huevas si se enteraban y las huevas que dirían, las cosas pasaron sin planearlas, nada fue consentido, nada fue minuciosamente calculado, todo fluyó y ambos en nuestra apacible soledad optamos por refugiarnos juntos esos días y noches de verano. Besé apasionadamente a Jenara, noches de diversión y juerga adornaron nuestra apacible soledad y vivimos la experiencia que ambos querí

Mis amigos universitarios (1)

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Hace unos días me llegó un mail comunitario de mi amigo Juan, amigo de la universidad, animándonos y coordinando para reunirnos y almorzar o tomarnos un café, juntarnos para vernos las cara después de haber pasado tanto tiempo juntos y haber formado un amistad que siempre tratamos de boicotearla, sin intención, por nuestros nada benevolentes horarios. Pocos amigos me quedan de mi época universitaria, diríamos que los podría contar con la mano, me doy cuenta que los demás solo eran compañeros de estudio, aunque en una época nos buscábamos para todo, para hacer proyectos, de compinches, luego de acabada la universidad, nunca más nos volvimos a ver. En la facultad de comunicaciones conocí a Juan y a Diana, ellos fueron los primeros amigos con los que hice grupo de estudio, son unos grandes tipos, risueños, amigables y talentosos. Había que hacer un proyecto de publicidad, el curso exactamente escapa a mi recuerdos en el baúl de mis memorias, pero la idea fue sencilla, hacer un jugo a base

Vamos Miki Vamos.

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Comienza un campeonato nuevamente, con la ilusión, siempre la ilusión de poder llegar de una vez por todas a la final y sobretodo ganarla. Ya no recuerdo cuanto tiempo ha pasado de esa última final que dolorosamente nos tocó perderla, por cansancio, por lesiones o porque no supimos manejar los tiempos. Lo recordamos siempre, como batallas épicas que fueron formidables pero que perdimos, así como el combate de Angamos, así como la batalla de Ayacucho y Junín que fueron pasajes formidables en nuestra historia pero que dieron como resultados sendas derrotas, así creo que sentimos al recordar esos días en la cancha de nuestro colegio, nos sentimos como periodistas deportivos que recuerdas espectaculares partidos en un video a blanco y negro sin darnos cuenta que eso ya paso hace varios años. Fue un David espectacular en el arco, sacando pelotas inimaginables, una defensa aplicada que no dejó espacios, medio campo luchador quitando balón, con Mario inspirado, inalcanzable e incontenible por

Ojos que no ven, Facebook te lo cuenta.

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Hace algún tiempo escribí sobre el hi5 cuando éste era el rey de las redes sociales y tenía a casi todo el mundo enganchado a su plataforma, pero eso ya es historia pasada y ahora el Facebook cobra vida e importancia apoderándose de varios países, multiplicando usuarios cada año. Si el HI5 era un dolor de cabeza, ahora el Facebook se convierte en tu ángel y demonio, en tu bien y mal, en tu sueño y pesadilla, en todo lo malo y bueno que pueda haber. Tengo FB porque es cuestión de estar al día, al tanto, necesidad de información quizás, necesidad de saberlo todo, de voyerista, de conocer, de saber. Ahora lo puedes ver todo, es como si te hubieran acercado al mundo, te hubieran dado una lupa gigantesca con la que te acercas mas a la vida de tus amigos, a de los que dejaron de ser tus amigos y de la/os chico/as que te conocen. Hay varias cosas que me vacilan del FB y quizás me dejan pensando, en realidad yo no he puesto toda mi vida en esta red social, por ahí fotos de mis amigos en algun

El Buen Kikin.

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Su obsesión son el orden y la limpieza, lo cierto es que mi primo Kike es todo un personaje, un personaje bastante excéntrico y quien nos alegra nuestras reuniones familiares con las anécdotas de sus manías. Abogado, no muy delgado, con una sobresaliente, superlativa y exagerada nariz, con mucha parsimonia y elegancia al hablar, adorna cada palabra como en los tiempos del estilo rococó, es el perfecto niño correcto que una madre quisiera tener y a la que también sacaría de quicio. Me pregunto cómo fue cultivando todo esto, quizás en el colegio tuvo un desafortunado pasaje que lo catapultó a ser el Pulcro Kike. Son teorías que vuelan en mi cabeza, no sé en realidad mucho de su vida, él es mucho mayor que yo y ha pasado mucha más tiempo con mi hermano, pero no dejo de reírme con sus historias y sus pequeñas anécdotas. Kike está en alguna parte del centro de Lima y hace una llamada a mi cuñado pidiéndole que por favor le de el número de cliente de un recibo de agua. (Él se está encargando

Prohibir antes que educar – Plan Zanahoria

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¿Hasta cuando vamos a seguir viviendo en un país donde se opte por prohibir algo antes de remediarlo de verdad? ¿Vamos a seguir poniendo carteles de prohibido pisar el pasto, antes de enseñarle la las personas a no maltratarlo? Es que ahora resulta que nuestros hijos no van a ir a la escuela a llevar cursos de civismo donde se les enseñe a ser peruanos responsables, sino mas bien van a ir a memorizar todas las prohibiciones que sufrirán cuando sean adultos. Basta de dar soluciones a medias y de no tocar el problema de fondo en esta sociedad, que es la falta de educación. Dejemos de mirar el modelo colombiano y de querer implantar sus mismas normas, cuando nuestra sociedad vive problemas similares pero no iguales. Cuando se quiere implantar un modelo extranjero sin adaptarlo, termina siendo un fiasco, y eso cualquier técnico de gestión lo sabe. Querer ponerle chalecos con placas a los motociclistas, como se hace en Colombia es un ejemplo de lo poco que se analiza un problema antes de pr