El Buen Kikin.

Su obsesión son el orden y la limpieza, lo cierto es que mi primo Kike es todo un personaje, un personaje bastante excéntrico y quien nos alegra nuestras reuniones familiares con las anécdotas de sus manías. Abogado, no muy delgado, con una sobresaliente, superlativa y exagerada nariz, con mucha parsimonia y elegancia al hablar, adorna cada palabra como en los tiempos del estilo rococó, es el perfecto niño correcto que una madre quisiera tener y a la que también sacaría de quicio. Me pregunto cómo fue cultivando todo esto, quizás en el colegio tuvo un desafortunado pasaje que lo catapultó a ser el Pulcro Kike. Son teorías que vuelan en mi cabeza, no sé en realidad mucho de su vida, él es mucho mayor que yo y ha pasado mucha más tiempo con mi hermano, pero no dejo de reírme con sus historias y sus pequeñas anécdotas.

Kike está en alguna parte del centro de Lima y hace una llamada a mi cuñado pidiéndole que por favor le de el número de cliente de un recibo de agua. (Él se está encargando de los papeleos de mi nueva casa)

Kike: Que tal Carlitos,
Carlos: Hola Kike.
Kike: oye hombre hazme un favor, estoy haciendo todo el papeleo, como mandan en la municipalidad y para llenar unos de estos formularios necesito, con grado de urgencia, el número de cliente de un recibo de agua de su casa.
Carlos: Aya Kike, pero dame unos minutos para poder buscarlos porque no lo tengo a la mano.
Kike: (un tanto pensativo) Mmm, Ok Carlitos, dale no más, me llamas cuando lo consigas para poder acabar con esto.
Carlos: Ok te llamo.

A los cinco minutos.

Carlos: Alo Kike ya tengo en número apuntalo
Kike: Uyy Carlitos, ya fue primo, es imposible que me des ese número ahora
Carlos: (totalmente desconcertado) ¿Qué? ¿Pero qué pasó?
Kike: Es que ya cerré mi maleta
Carlos: Mmm pero, ábrela un ratito y apuntas
Kike: Es que estoy en un lugar complicado, y además así no mas se puede, te das cuenta.

El número de cinco dígitos podría haber sido escrito en cualquier lugar, en un pequeño papel, en su celular o en cualquier lugar por la premura de la llamada, pero mi primo Kikin pidió disculpas porque su maleta estaba cerrada y es que esa maleta es todo una maleta que tiene reglas y señales, que está arreglada al centímetro, cada hoja, formulario, proceso, libros y demás. Tiene todo perfectamente ordenado por orden alfabético y al costado un bolsillo en el cual una pequeña pestaña que titula con tinta indeleble “Higiene”, dentro de este compartimento se encuentra un cepillo y una pasta dental, acompañado de su Listerin, un pequeño jabón para manos y enrollada minuciosamente una toallita blanca, papel higiénico a discreción, hilo dental y pequeños pañitos para las manos. Kike tiene todo un mundo en esa malleta y me imagino que para abrirla y apuntar un par de números tiene que pasar todo un proceso delicado y concienzudo que ninguno de nosotros, simples mortales, comprende. Cada noche de reuniones familiares, mi prima Paola pone el toque de humor con las anécdotas del buen Kikin, comenzando a narrar con la siguiente frase. “Les tengo la ultima de Kike”.

Me dijo que se iba a casar, aunque no lo noto tan convencido, pero al final la edad no es justiciera y avanza, la sociedad preciosa y la novia también, creo que pronto lo veré en esos avatares. Antes de su matrimonio, quisiera, si es posible y la divinidad lo permite, beber cerveza a granel celebrando su despedida acompañados de su hermano Cesar, mi primo, mi hermano Pepe, mi cuñado Carlos y las puntas que deseen ver por primera vez, a Kike, no siendo el de siempre, sino un Kike más mortal, que eructa, suelta flatulencias, choque vasos llenos de cerveza, nos diga seco y volteado, y que nos abrace diciéndonos la frase que solemos decir en borracheras memorables, "Primo, te quiero como mierda cholo".

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