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Mostrando entradas de febrero, 2009

Polarizándome ...

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Solíamos, en el almuerzo, hablar de todo, desde nuestros días en el colegio, hasta las experiencias sexuales que teníamos, algunas sorprendentes otras más tradicionales. Tomamos esa hora de almuerzo como una catarsis, una forma de expresión en donde hablamos de amores pasados, presentes y ausentes. En una de esas calenturientas conversaciones una amiga soltó una teoría algo atrevida. Polarizó a hombres y mujeres en dos adjetivos. Hombres Pendejos o huevones. Mujeres: Pendejas o cojudaz. Sin generalizar creo que hay algo de cierto. ¿Por qué lo creo?, porque he conocido patas de los dos polos, del pata bien pendejo que difícilmente se transforma en huevón, el pata que trampea sin remordimientos ni reproches, hasta conocer al bien huevón que no tiene nada de pendejo, el huevón que es el títere de la titiritera dueña, su enamorada. Me he dado cuenta que suele haber esta polarizacion, que nos disfrazamos sin darnos cuenta en uno de estas dos caricaturas. Por otro lado, también he visto la p

De Safari el Catorce.

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Ando pensando firmemente en armar un safari y salir el catorce a las calles de Lima a buscar a este pequeño hombrecillo semidesnudo, cubierto sólo con un pañal, con rulos rubios, aquellas alas con las que revolotea por el cielo y sus pinche arco y flecha con la que le gusta jugar con la gente pretendiendo que surja entre ellos el amor. Si, salir a las calles de Lima el catorce a dar caza a este endemoniado pequeño volador que ha clavado flechas sin pensar en que podría pasar con nosotros, lanzo flechas sin calcular que la dosis del veneno amoroso era muy poca y que llegaría a extinguirse. Debo reconocer que aunque lo quiero encerrar algún día le di la mano, es más lo abrace y celebramos con un vaso de cerveza cuando creía que era mi amigo. que todo lo que había hecho fuer acertado y que me hizo enamorar correctamente. Tiempo después busqué al maldito enano para que saque esa misma flecha pero nunca encontré al chiquiviejo maldito, yo tuve que sacar en solitario la flecha que había en m

Tu nombre (BIS)

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Cuando acaba tú relación con alguien te viene un karma tremendo, una especie de eventos que tiene la etiqueta del nombre de la señorita en cuestión. No importa que tan lejos vayas, no importa si te alejas de los sitios donde ambos recurrían o quizás te encierres en tu cuarto, por algún extraño motivo te cae el nombre de ella de alguna forma. Creo que es también un poco de una suerte volteada, cuando todo acaba, los momentos se te hacen largos, el tiempo y los minutos se estiran como chicle hirviendo y te inventas cualquier cosa para cubrir espacios que antes se cubrían con facilidad con su compañía. Cuando crees cubiertos aquellos espacios de la nada aparecen nombres que te hacen recordarla, quizá el nombre de ella, quizá la canción que le dedicaste suena sorpresivamente en la radio que es de salsa pero que en ese momento tocó la hora de la salsa pero romántica… maldición dices, apagas la radio y pones el CD que tiene las canciones que también tienen salpicones de ella, sacas el CD y d