Una salida de película

Fue una de las tantas fiestas que fui, pero esta fue la diferencia, pues ahí conocí a dos muy buenas amigas. Era una fiesta de dieciocho años, si como lo leen, dieciocho años, que los cumplía un amigo de la universidad. Era una fiesta con toda la pompa correspondiente, lo iban a presentar a la sociedad. Aunque suene ridículo, muchas familias limeñas aún tienen esa sana costumbre de hacer una fiesta casi elegante a su niñito de casa que se convierte en todo un hombre, sin saber quizás de ya se hizo hombre hace como tres años atrás.

Ahí conocí a S y C, dos amigas muy buenas que me acompañaron a esa reunión. Pasamos un gran rato juntos y con S protagonizamos una gran demostración de baile, me entendió a la perfección todos los pasos de salsa que tenía, me acuerdo la canción y lo bien que disfrutamos esa pieza musical.

Me seguí frecuentando con C, puesto que ella también estudiaba en la misma universidad, sin embargo a S la deje de ver y escuchaba de ella sólo en ocasiones.
Gracias a la magia de la tecnología me contacte con S por messenger, fue ahí donde nos pusimos al tanto de nuestras vidas e intercambiamos coqueteos propios de una conversación muy larga en el messenger. La verdad no me acordaba muy bien de ella, solo tenia un recuerdo vago de esa noche, puesto que el tiempo fue tirano con nosotros y retomamos la comunicación un año después. Después de muchas conversaciones por el messenger decidimos tener una primera salida.

En realidad cuando tienes una conversación muy fluida en el messenger al momento del encuentro, todo cambia, ya no son las palabras sin fin que puedes intercambiar, es un pequeño choque en donde el nerviosismo te puede jugar una mala pasada. El salto de lo virtual a lo real en ocasiones puede ser fatal, como también sublime. Para mí no fue ninguno de los dos, no fue LA noche romántica, ni el día desastroso, fue un día donde la pase muy bien y ambos disfrutamos de la mutua compañía

Decidimos ir al cine, no recuerdo que película fue, pero recuerdo muy bien la situación. Compramos las entrada y nos dirigimos a nuestra sala. Mientras tratábamos de buscar sitio en medio de la oscuridad, renegaba porque ya la película estaba avanzada. Creo que estuvimos sentados 15 minutos y por primera ves no entendía nada de la película, nuestras caras de extrañeza no se hicieron esperar. Ya habían pasado veinte minutos y repentinamente salieron los créditos, ¿Que? ¿Los créditos? Supuse que había visto la película más rápida del mundo, que el tío se había equivocado de película, porque mientras tratábamos de descubrir la trama, esas letritas que van de abajo para arriba empezaron a salir. Sí, habíamos entrado a una sala equivocada, nos miramos, reímos y solo atinamos a seguir a la gente a la puertita que dice SALIDA. Quizás la emoción o el nerviosismo del momento hizo que nos confundamos de sala, pero fue una situación muy graciosa, ella y yo tratando de descubrir de que trataba una película en sus quince minutos finales, es decir, todo un imposible.

Esa equivocación sirvió para pasar con ella una noche sentados bajo la luz de la luna hablando de todo, de nuestras vidas amorosas, de nuestro mundo, la aconsejé , ella me aconsejó y fue una velada muy simpática. Luego terminamos la conversación y la dejé en su hogar.

Muy al contrario de lo que pueden pensar nunca mas volví a ver a esa chica, las conversaciones en el messenger se fueron perdiendo y la idea de estar juntos se fue yendo junto con el ocaso de ese verano.

Puede que nos contamos todo esa noche y descubrimos que nuestros mundos en realidad eran muy distintos, puede que no hayamos querido involucrarnos más y que no hayamos estado preparados para comenzar algo. Pero todo quedo ahí, una encantadora salida de unas horas y la única película de nuestras vidas que duró sólo unos minutos. ( algo que estoy seguro recordará siempre como yo lo hago).

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