Ruinas, lluvia y Aguas Calientes nos da la bienvenida. Día 2

Me levanté con un dolor de cabeza alucinante, el cual no pudo detener mis ganas locas de seguir disfrutando de esos días en Cusco. Me preocupé mucho cuando vi la luz del nuevo día, ya eran las once de la mañana y aún no había comprado mi pasaje de tren para ir a Aguas Calientes, rápidamente hice la interrogante a Jasón y me dijo que ya todo estaba listo, ya teníamos los pasajes. ¡QUE GRANDE! Me vino el alma al cuerpo y me tire nuevamente a la cama.
Jason fue a la boletería con una cara de zombi alucinante, diciéndole a la señora boletera le de dos boletos por favor, pero eran necesarios los números de DNI, obviamente no se sabia el mío, llamó a Chasca para decirle que me pregunte. Después de varios intentos de Chasquita por sacarme esos benditos números, lo hizo. Lo curioso es que no recuerdo ninguno de esos pasajes, y lo más curioso es que le dicté cada cifra a la perfección, haciéndome saber que por más que pase lo que pase, esos números nunca se borraran de mi cabeza. El detalle de toda esta hazaña es que no todo salió tan perfecto, porque la señora boletera me cambio de apellido, ya no era el Raúl Domínguez que todos conocen, me había convertido en Raúl Málaga, pues bueno con mi nuevo nombrecito emprendí esta nueva travesía.

Después de comer y recuperarnos de una noche extrema, nos esperaba el auto que nos llevaría por todo el valle sagrado de nuestros abuelitos.
Recuerdo el imponente Saqsayhuaman, donde solo estuvimos de pasada por lo apremiante de la hora, vimos todo el imponente paisaje del Cusco desde lo alto, donde nos acompañaba la grandiosa escultura de un Cristo Blanco y paseamos por paisajes exquisitos donde respiras un aire fresco y el azul del cielo te invita a descubrir más de esta maravillosa ciudad.

Pasamos por varias ruinas, entre ellas la que recuerdo más fue Puca Pucará, donde descubrimos que los guías son recontra fanfarrones, que te preparan una historia recontra alucinante, que si bien tiene parte de verdad también tiene parte de su ficción y que mientras ellos hablan sólo se te quedará una parte de lo que dicen, porque toda tu concentración se rendirá ante lo majestuoso del paisaje y lo mágico de las ruinas.

Seguimos el camino, disfrutando casa segundo de ese bello paisaje, no nos perdimos un segundo de todo el camino, no cerramos los ojos porque queríamos disfrutar cada instante del atardecer cuzqueño dibujado en esas bellas praderas. Imaginé que cada casa y persona tenían una historia detrás, quería conocer todo esa historia tras esas paredes y esas personas pero el tiempo apremiaba y el carro corría con gran velocidad y solo nos dejaba dar un vistazo rápido a esas casas y nos dejaba un recuerdo eterno de lo mágico del horizonte.

Llegamos a Ollantaytambo y luego de comprobar que los boletos si servían y que no me iban a ser ningún problema por mi nuevo nombrecito, fuimos a la plaza a hacer hora, puesto que el tren iba a demorar. Fuimos en un mototaxi suicida, que con cara parada, sonaba una pequeña explosión tipo turbo, que hacia que la dicha moto de un avance furibundo. Gracias a dios llegamos a la plaza sin lesión de algún tipo. Ahí dimos una vuelta sin ninguna novedad, luego nos mentimos por una de esas calles donde se hallaba una feria de juegos y sin pensarlo nos dirigimos a las mesitas de fútbol mano,. Jugamos cuatro partidos y debo reconocer que me ganaron, la verdad muy poco me importó, puesto que ambos nos concentrábamos en la mesa del costado, en donde se encontraban dos españolas jugando lo mismo y divirtiéndose con cada gol y con cada autogol. Su dejo me parecía exquisito, me gustaba cada límite de su rostro y cada palabra que pronunciaba. Tenía una ganas locas que esas palabras se dirigieran a mí, que me hablará por unos minutos, pero tontamente dejamos escapar la oportunidad de intercambiar palabras con esas dos españolas, que al hablar nos transportaban a la imagen de Penélope Cruz o de aquellas traducciones españolas, en una antiquísima serie.

Regresamos a la estación, refunfuñando por no haber tomado el camino correcto con esas españolas, y después de caminar por la oscuridad de la trocha, llegamos a la cola y a esperar para subirnos al tren. En ese esperar nos dimos cuenta que las dos españolas tenían su grupito, parecía una convención de españolas, quería acércame pero todas estaban en otra, la oportunidad ya se había perdido, así que mientras la cola avanzaba veíamos como ella se perdían y se iba al vagón donde quisimos estar, el de los extranjeros.

Luego en el tren, me puse a pensar que en dos días hice viajes en transportes que nunca había subido, es decir, en un avión y en un tren, obviamente no será la ultima vez, pero siempre la primera vez la recuerdas. Sí, creo que lo sospechan, hicimos lo que todos creen, sacamos la cabeza por la ventana del tren, obviamente no veía nada porque era de noche, pero quería darme el gusto, si dirán que niños, pero porque diablos no sacar el niño de vez en cuando. La verdad viajar de noche de tren es monse, con Jasón hacíamos las típicas payasadas para pasar la hora y de una y otra payasada, llegamos.

Todo era un diluvio, nunca había visto que lloviera así, y mientras buscábamos un refugio de la abundante lluvia, veíamos como muchos turistas bajaban del tren. Lo que teníamos planeado era buscar un sitio donde hospedarnos y salir a juerguear porque nos habían dicho que Cusco nunca duerme.

Lo primero era buscar donde comprar esos ponchos de plástico recontra clásicas en Cusco, para poder seguir buscando, porque si seguíamos caminando con esa torrencial lluvia quedaríamos empapados. Luego de comprar nuestro ponchito, nos dimos a la búsqueda de un hospedaje, después de una hora y teniendo la mitad del pantalón empapado al igual que las zapatillas, conseguimos un cuarto. Gracias a la gracia divina dejó de llover, preguntamos a la señora del Hospedaje si llovería nuevamente, y nos respondía: Noooo para nada, ya no lloverá. Confiados por esas palabras salimos a comer.

Terminando nuestro apetitoso plato, veo asomarse una gota, como saludándonos, luego otro, luego otra, y luego otra y de nuevo la torrencial lluvia. La tía nos engañó, porque la realidad fue que no dejó de llover, al contrario llovió pero con más fuerza. Ya en esa situación nos pusimos a caminar en búsqueda de diversión nocturna, ya no teníamos poncho plastificado, así que la lluvia se apoderó de nosotros.

Después de caminar mucho descubrimos que para AGUAS CALIENTES, eso de Cusco no duerme, no se aplica pero en absoluto, porque si Cusco no duerme a Aguas Calientes le han hecho la cura del sueño. Las discotecas estaban totalmente vacías, ninguna tenía gente como para probar un ligue inesperado o buscar esa suerte bricheresca con alguna turista. Era increíble como después de que tanta gente bajo del tren, ya no haya nadie en este pueblito.

Después de mucho caminar nos dimos por vencidos, las discotecas ahí estaban de más, lo que nos reventaba la cabeza era que algunos turistas si la estaban haciendo linda, pero no sabíamos donde.

Maldiciendo nuestra suerte, compramos dos botellitas de ron, una gaseosa, piqueos, infaltables cigarros y acompañados de la lluvia cusqueña y sentados en la puerta de nuestro hospedaje, tomábamos sorbo a sorbo este calientito que nos acompaño por muchas horas.
Lo mágico de ese ir y venir de copas, fue que nuestra conversación era acompañada por el ruido de una lluvia jamás vivida, nunca habíamos tenido la oportunidad de ser parte de una verdadera lluvia, de esas que cuando sales un ratito estas totalmente empapado.

Estuvimos sentados ahí, conversando de la vida, saludando a cada persona cusqueña que pasaba, haciendo salud con personas que recién conocíamos por lo fortuito de la situación y acompañados de música melancólica, que irremediablemente y escoltados de esa sobria noche, hacia que recordáramos pasajes de aquellos amores que nuestros corazones nos dictaban.

Fuimos a dormir después de una larga velada, en donde descubrimos varias cosas como por ejemplo que la lluvia es excelente (pero la buena lluvia, no esa tímida y melancólica lluvia limeña). Aguas Calientes duerme y duerme bien (no sabemos donde se meten los turistas). El ron es un buen acompañante de una noche lluviosa. Cuando alguien te dice no va a llover no le creas. La frase ningún perro te ladra, es totalmente falsa, porque mientras estábamos solos en medio de la lluvia sentados en el Hospedaje, un fiel amigo perruno se sentó a nuestro costado, quizás acompañándonos en este paso veloz por este pueblo y dándonos la bienvenida y despedida de Aguas Calientes, que en ningún momento fueron calientes, mas bien aguas frías de la lluvia que nos siguió toda la noche.
Al dis siguiente Machu Pichu nos esperaba y muchas sorpresas que contar.

Comentarios

°Oo.Reinventandome .oO° ha dicho que…
Jaja..pues el Cusco no duerme pero..sus provincias si =) , que bueno que hayas podido viajar y sobre todo que hayas podido vivirlo y sentirlo como lo has sentido, las calles empedradas de cusco, sus techos de tejas todo todo es hermoso en esa ciudad nunca es suficiente una vez!! Espero tu viaje termine..o terminara =S de lo mejor =)

Entradas populares de este blog

habla cachimbo ...

Extraña pócima

La joroba